Y Cristo sigue allí crucificado
mirando hacia lo alto, dolorido,
su cruz, su amor, su sangre y su costado
nos dan aquel Cordero fiel y herido.
Sus manos me regalan la esperanza
de un Dios que muere hombre por salvarnos
los clavos, las espinas y la lanza
lo matan sólo por venir y amarnos.
Su boca abierta y sus pies clavados
nos dan esa certeza y esa calma,
sus ojos buscan a su amigo amado,
su Madre en pie siente morir su alma.
11/01/10
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