martes, 11 de mayo de 2010

MORIR

Y así volví a sentir que estaba vivo,
que el agua me brotaba por mis palmas,
que un pájaro volaba hacia su nido
y el mundo estrenaba nueva alma.

Pensé que moriría de locura,
tan grande era el amor que presenciaba:
Un Dios que resucita de ternura,
decía en su mirada que me amaba.

No podía creer lo que vivía,
su Amor me traspasaba las entrañas,
mi casa era de rosas y alegría
y supe que morí esa mañana.

NACI

Y así volví a sentir que estaba vivo,
que el agua me brotaba por mis palmas,
que un pájaro volaba hacia su nido
y el mundo estrenaba nueva alma.

Pensé que moriría de locura,
tan grande era el amor que presenciaba:
Un Dios que resucita de ternura,
decía en su mirada que me amaba.

No podía creer lo que vivía,
su Amor me traspasaba las entrañas,
mi casa era de rosas y alegría
y supe que nací esa mañana.

OLVIDO.

A veces me parece estar muriendo,
que el día se degüella en mis balcones,
que leo una novela que no entiendo
pués matan con cuchillos de algodones.

Que el día se ha olvidado de nacerse,
y el sol se electrocuta en su energía,
que el viento se desploma sin mecerse
y el mundo se revuelca en su agonía.

Que el pájaro ha emigrado a otro rumbo
y el árbol se estremece sin su nido,
que es fácil no dar cuerdas a este mundo:
morir mirando atónito mi olvido.

VIDA DE MILAGROS.

A veces siento ganas que lean mis poesías,
y a veces me parecen tan tontas, tan vacías,
la vida se me agita, las cosas me dan risa
más un llanto sin rumbo bordea mis mejillas.

La vida del poeta es vida de milagros:
el corazón se sube, el trago se hace amargo,
luego te sobreviene la paz y la conquista
de un verso que aparece sin que nadie te insista.

Y así uno se pregunta cuál es el fundamento,
qué cambia, qué mejora un verso o un soneto,
pero nadie supone que escribir es un puerto
al que se llega sólo cuando el poeta ha muerto.

MIS MAÑANAS.

Al fin llega la brisa rozando la mañana,
al fín siento en mi alma rocíos y cascadas,
se abren y se cierran alegres las ventanas
y el césped se hace alfombra de verde en mis pisadas.

Al fín siento el susurro del viento despejado,
al fín canta la alondra, el mirlo y el jilguero,
el mate y la poesía parecen amigados
y siento en mí el murmullo de ríos y de esteros.

Al fín el mundo baila la más hermosa danza,
parece que la vida naciera más cercana,
el campo, el nido, el agua, la abeja y la esperanza
de un Dios que de overol construye mis mañanas...

PASCUA

Abriste en tu costado la herida de la vida
trajiste de aquel lado la luz y la alegría,
la lanza fue el regalo, la gracia, la salida,
sentí que en esas llagas mi alma revivía.

Y así tu vida pura y mis entrañas buenas
sintieron de repente tu amor que las unía
y se escuchó en el aire aquella Buena Nueva
de un Dios que padecido ahora sonreía.

Es Pascua me gritaron el sol y la poesía,
el canto, el agua, el cielo, la luna y la certeza
de un hombre que llagado de luz, resplandecía
y alegre me invitaba a compartir su mesa.