Llegar a ser río sin temer la inercia,
soltar todo freno que ataja la vida,
dejar un segundo toda resistencia,
llegar a ser agua en franca crecida.
Y ver que la vida que visten de rosa,
no es más que un manojo de jóvenes risas,
un eco profundo que grita y reposa,
un barco cargado de flores y prisas.
La vida y la muerte se hicieron amigas
el día en que ambas retadas a duelo
se vieron de frente y entre sus pupilas
dos lágrimas blancas tocaron el suelo...
28.02.08. Inauguración de la Casa: La Barca,
hogar para niños de la calle.
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