La tarde cayó lenta sin estruendos,
de rojo se tiñó el campo infinito,
la noche estrenó su bello atuendo
y el día se durmió entre sus mitos.
El pájaro volvió a su nidada,
el hombre regresó de su rutina,
la calma se vistió de enamorada,
la rosa se escondió tras las espinas.
Es vísperas de Dios, paso sagrado,
el día se hizo sombra y se hizo nido,
parece que mirara asombrado
al sol que se marchó tras el camino...
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