Y me pides que te aguarde en el decoro
de tu eterna soberana omnipotencia,
y es así donde callado yo te adoro
y descalzo mi sandalia en tu presencia.
Y te espero caminante a toda hora,
perro fiel encadenado a tu guarida
y en mi alma la esperanza se devora
esas ansias por pobrar otras comidas.
Y me encuentro que jamás te habías ido,
que estuviste en mis adentros dando vida,
que nunca amor más puro ha nacido
que no pide, ni reclama, ni olvida...
No hay comentarios:
Publicar un comentario