sábado, 17 de abril de 2010

SIERVO

Por qué no me avisaste que irías para siempre
allá donde se nace después de nuestras muertes,
por qué quedaste envuelto del verde de aquel vientre
tratando de mirar de frente aquella suerte.

Por qué tus zapatillas lejanas se perdieron
y entraste así descalzo al césped de los cielos,
por qué tu cuerpo frágil con frazadas cubrieron
si estabas revestido del llanto de tu pueblo.

Por qué te fuiste padre, docto, humilde y siervo
durmiendo en esa curva que te ofreció la vida,
probaste de aquel pasto que nuestro Pastor tierno
te dio para que luego tú te hicieras Comida.

miércoles 25 de julio del 2007,

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