Mi corazón y mi alma se lastiman
No pueden quedar quietos en estos días
Ver a Dios como un Cordero que esquilan
Degüellan y maltratan las manos frías.
Su Sangre que corre empapan mis manos,
Sus ojos pacíficos piden auxilio
Aquel que lo mata es su propio hermano
El sabe su suerte, su entrega y exilio.
En una madera de cruces y espinas
Culmina esta historia de nuestras maldades
Más su Vida surge de luces y ruinas
Y ya es el médico de enfermedades.
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